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jueves, 22 de febrero de 2018

ETA y el Punto Final

Les compartimos este análisis de Gara con respecto al comunicado donde ETA detalla los trabajos que ha realizado en aras de su futuro próximo.

No se habla de disolución... pero tampoco de desmovilización.

Se habla de punto final. Así, sencillo.

Aquí el texto:


Tras meses de debates y votaciones, la reflexión de ETA se acerca a su conclusión. La propuesta de la dirección es dar por concluido su «ciclo y función», en coherencia con los pasos previos y con el objetivo claro de «fortalecer el proceso». La participación es muy amplia.

«Hay que fortalecer el proceso político en todos los ámbitos, y en este contexto nuestra decisión supone un elemento necesario para generar nuevas situaciones (…) Nos corresponde cerrar el tiempo del conflicto armado y las situaciones relacionadas, para ofrecer todas nuestras fuerzas a potenciar el proceso político (...) Y la única forma de hacerlo es que tomemos directamente la iniciativa, sin esperar a nada ni a nadie». Este es uno de los principales extractos de la propuesta de la dirección de ETA que se está sometiendo a debate y votación en los últimos meses, y a la que ha tenido acceso GARA. El desenlace se espera para antes del verano.

En un contexto en el que en la opinión pública se utilizan términos diversos como «disolución», «desaparición» o «desmovilización», el documento de propuesta política al que ha tenido acceso GARA marca con total nitidez la apuesta por poner punto final a ETA, lo que atañe tanto a su ciclo histórico de casi 60 años como a su función.

La alta participación está siendo una nota destacada, y ha sido impulsada directamente por la organización para dar la mayor amplitud y solidez a esta trascendental decisión.

El proceso se articula sobre la base de tres documentos: uno de contextualización histórica, otro que resume el periodo desde 2009 a la actualidad y un tercero que contiene la propuesta política. Es solamente este último el que se somete a escrutinio, con la opción de votar sí, no o hacerlo en blanco.

La propuesta política no se vota por partes, sino en su globalidad. Todo ello conlleva que el resultado será inequívoco, rotundo. Y se materializará de modo inmediato.

En el caso de que la propuesta de la dirección sea aprobada, el final del ciclo y la misión de ETA serán dadas a conocer públicamente. Y con ello la organización desaparecerá de facto. En consecuencia, «no será ya un agente que interpela y es interpelado», remarca la propuesta. Únicamente quedarán algunas labores de carácter técnico (por ejemplo, impedir eventuales «utilizaciones malintenicionadas de las siglas de ETA»), que en buena parte ya se han ido encarrilando estos meses. Pero ETA ya no existirá.

Condiciones y madurez

¿Cómo se sustenta esta propuesta? La «tranquilidad estratégica» es uno de los conceptos clave. Se quiere destacar con ello que existen condiciones objetivas suficientes para llevar al final el proceso de liberación nacional que ha sido objetivo de ETA en su historia. Si bien no se obvian las dificultades de los últimos años (incluso alguna fase de «colapso») y se advierte de que el futuro no está escrito, la dirección entiende que «contamos con razones suficientes para tener confianza en el futuro».

Aquí apunta que si bien «el camino no ha llegado hasta el final» hoy día tampoco se encuentra «cegado». Y lo que queda por recorrer «se debe realizar de otra forma». «ETA cuenta con el suficiente bagaje y ha realizado el recorrido necesario para tomar sus decisiones con esa tranquilidad estratégica. Y tiene también donde volcar su capital político», se puede leer.

Quizás la frase más rotunda al respecto sea esta: «No se opta entre Organización y precipicio». «Hace mucho ya que el proyecto de la Organización no es solo de ETA –prosigue esta propuesta–. Además, el movimiento político que denominamos izquierda abertzale ha demostrado suficiente madurez y capacidad de lucha, resulta mucho más eficaz para materializar el reto al que nos enfrentamos hoy en día».

Continuidad inviable

Durante estos meses pasados, medios de difusión y portavoces políticos han especulado sobre la opción de que ETA intentara «perpetuarse» de algún modo como organización. La propuesta lo descarta completamente, pero no sin explicación, sino valorando las situaciones que podría acarrear una decisión de ese tipo.

Este documento, redactado ya en abril de 2017 (el mes en que se culminó el desarme), expone primero que «el final del ciclo resulta cada vez más evidente y, a consecuencia de las decisiones tomadas, ya se ha producido en gran parte. El final de la estrategia político-militar marcó el comienzo del final del ciclo de la Organización».

Se añade que, en la nueva situación, «si quisiéramos dar continuidad a la Organización, como una organización convencional, tendríamos que reinventar todo lo demás: estrategia, funciones políticas concretas y medios de lucha e influencia». Y, del mismo modo, si tras el desarme ETA quisiera seguir como organización civil, «al objeto de mantener algún tipo de autoridad moral, las amplias mayorías a conseguir, si son ciertamente amplias, no lo entenderían», e incluso podría ser presentada como obstáculo. Junto a todo ello, se alude a que otras organizaciones rechazaron formalizar su final y cómo ello provocó «confusión y descapitalización de forma evidente, hasta convertirse en siglas fantasma».

Una vez decantarse por tanto por este fin de ETA, la dirección remarca que ello no supone acabar con su labor, sino al contrario: «Esta es una propuesta para avanzar, y para ello resulta muy importante que toda la fuerza militante creada bajo la influencia de ETA y a su alrededor aporte –siga haciéndolo– en la Izquierda Abertzale, en el proceso independentista, en el movimiento popular... No es el momento de irse a casa. Por el contrario, la presente fase política necesitará la fuerza e impulso de todos y todas, como nunca».

Fase política:

«La situación más beneficiosa para nosotros, así como para los sectores populares y la clase trabajadora vasca, no es otra que dejar la anterior fase definitivamente atrás y abrir totalmente la nueva. Por eso precisamente, las fuerzas contrarias al cambio recrean constantemente que nos encontramos en la situación anterior, para que no se produzcan avances que pongan en riesgo sus privilegios».

«No queremos ocultar que el proceso de liberación ha padecido unos años de crisis (...) No obstante, desde el punto de vista del presente ciclo político e histórico, debemos resaltar que las condiciones para seguir adelante continúan intactas (...) La clave está en levantar el proceso independentista (...) y eso marca el norte de las decisiones de ETA».

Tranquilidad estratégica:

«En el último ciclo histórico de 60 años se ha producido una recuperación nacional, el proyecto político que tiene como meta la independencia y el socialismo ha prendido en amplios sectores de Euskal Herria, se han identificado con claridad los contenidos de las etapas intermedias... Además de responder forzado por la urgencia, el independentismo de izquierda ha colocado las bases suficientes para avanzar en el camino de la libertad, y ello proporciona a ETA esa tranquilidad estratégica también para mirarse a sí misma».

«Los objetivos que han guiado a ETA no se han logrado aún, pero durante estas décadas se ha acumulado fuerza y voluntad popular en torno a ellos, y precisamente esa es la garantía para que el proceso de liberación prosiga, así como la base que debe dar seguridad para tomar nuestras decisiones».

Refundar la oferta independentista:

«Para construir un futuro compartido, ETA ha renunciado siquiera a intentar imponer la integridad de su relato. La Izquierda Abertzale no abjurará de sí misma, ETA no renegará de su aportación, pese a estar abierta a la autocrítica, pero tampoco demandará su total legitimación a aquellos que están dispuestos a recorrer el camino de la construcción del Estado Vasco. Y ello, inevitablemente, tiene consecuencias directas respecto a la función histórica de ETA, pues nadie entendería que se arrogase la dirección, dinamización o referencia del proceso independentista».

Función histórica:

«No se opta entre Organización o precipicio. Hace mucho ya que el proyecto de la Organización no es solo de ETA. Además, el movimiento político que denominamos Izquierda Abertzale ha demostrado suficiente madurez y capacidad de lucha. Resulta mucho más eficaz para materializar el reto al que nos enfrentamos hoy en día. Por lo tanto, no podemos actuar como si nos encontráramos en los comienzos y no podemos comparar la situación con la de aquellas organizaciones armadas que se han convertido en movimiento político».

Futuro:

«Más que de la Organización, habrá necesidad de los militantes de la Organización, para expandir en diferentes ámbitos los valores, el compromiso, la determinación... mostradas durante estos años, para contribuir a un movimiento de liberación más eficaz, poniendo al servicio del futuro el caudal militante acumulado. Huelga decir que aquellos y aquellas que han sido militantes de ETA tendrán que actuar también en el futuro con la responsabilidad que corresponde a tal condición, manteniendo la honestidad, coherencia y responsabilidad necesarias para el proceso de liberación, y asumiendo el deber de mantener la cohesión interna en la Izquierda Abertzale».






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